El aroma y sabor del cannabis mas allá de los terpenos
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En el mercado de la marihuana existen productos para todos los gustos. Y para mejorar la diversa gama de ofertas, actualmente el enfoque de moda se ha puesto en los terpenos, los compuestos que le dan a cada variedad de cannabis su aroma y sabor, lo que ha permitido a los consumidores ampliar su comprensión de la planta más allá de los cannabinoides o del simple binomio indica/sativa.
Pero, ¿qué pasa con las docenas de otros productos químicos que produce la planta de cannabis más allá de sus cannabinoides y terpenos activos?
Tomemos por ejemplo la variedad Fat Banana, que es famosa por su sabor a plátano; sin embargo, por lo general ofrece pruebas de terpenos con niveles relativamente bajos. También muchas genéticas que saben a limón, como por ejemplo Lemon OG Candy, normalmente no contienen grandes cantidades del terpeno limoneno. Por lo tanto, tiene que entrar en juego algo más que afecte al aroma o al sabor. Y estudios recientes muestran la importancia de otros compuestos que pueden contribuir a esto, como son los ésteres, flavonoides o cetonas.
Análisis de cannabinoides y terpenos de Lemon OG Candy
La cantidad exacta de cada cannabinoide y terpeno presentes en las variedades de cannabis es una de las informaciones más demandada a día de hoy por los usuarios, que cada vez quieren conocer más a fondo las genéticas que cultivan. En este artículo os presentamos los resultados de un completo y detallado análisis de cannabinoides y terpenos de una de nuestras variedades estrella, Lemon OG Candy.
Aprender más sobre estos otros componentes además podría brindarnos una comprensión más profunda del llamado ‘efecto séquito’: la relación simbiótica entre todos los compuestos del cannabis, de modo que el efecto resultante del conjunto de ellos es mayor que la suma de las partes individuales.
¿Cuáles son algunos de los otros compuestos notables del cannabis?
El cannabis es fascinante por su enorme variedad de productos químicos. Se sabe que existen más de 480 componentes identificables diferentes, de los cuales más de 80 son exclusivos de esta planta.
La clase de compuestos más distintiva y específica son los cannabinoides, pero existen hasta 20 clases químicas diferentes, entre las que se encuentran: compuestos nitrogenados (27 conocidos), aminoácidos (18), proteínas (3), glicoproteínas (6), enzimas (2), azúcares y compuestos relacionados (34), hidrocarburos (50), alcoholes simples (7), aldehídos (13), cetonas (13), ácidos simples (21), ácidos grasos (22), ésteres simples (12), lactonas (1), esteroides (11), terpenos (120), fenoles (25), flavonoides (21), vitaminas (1) [Vitamina A] o pigmentos (2).
En un símil, si el sabor o el aroma del cannabis fueran música, los terpenos serían los instrumentos de cuerda y de viento que pueden llevar la melodía. Pero necesitas la percusión y los graves de estos otros instrumentos minoritarios para completar la pieza en toda su riqueza de matices.
Y es que sustancias que creemos que son terpenos, como el mentol, el citral y el eugenol, en realidad no lo son. El mentol y el citral son en realidad terpenoides, una clase de compuestos que se producen cuando los terpenos son modificados químicamente, por ejemplo por oxidación o por la reorganización de su esqueleto hidrocarbonado. Y el eugenol es en realidad un compuesto fenólico, que aporta un aroma terroso a base de hierbas.
Pero echemos un vistazo a lo que sabemos sobre algunos de estos productos químicos:
Fenoles
Los compuestos fenólicos, a veces conocidos como fenoles, son aromáticos y, al igual que los terpenos, están presentes en muchas otras plantas. Dos ejemplos comunes de fenoles son el resveratrol de las uvas del vino y el salicilato que puede proceder de la corteza de sauce. Son una forma de moléculas reactivas, ácidas, donde un grupo hidroxilo se une al hidrocarburo y algunos son potentes antioxidantes. Los compuestos fenólicos tienen el potencial de interactuar sinérgicamente con otros compuestos de la planta como los cannabinoides.
Flavonoides
Los flavonoides están formados por grupos de compuestos polifenólicos que actúan como metabolitos secundarios (es decir, cumplen funciones no esenciales) de una gran variedad de plantas y hongos. Los flavonoides también juegan un papel importante al proporcionar las cualidades distintivas que usamos para diferenciar entre distintas variedades de marihuana, ya que tanto el olor como el sabor en el cannabis son posibles debido a las cualidades sinérgicas que comparten los terpenos y los flavonoides.
Además, los flavonoides también influyen en la pigmentación del cannabis, al igual que lo hacen con otras especies vegetales. Esas hermosas variedades de marihuana de color púrpura, cómo la variedad Purple Punch x Do-Si-Dos, intenso deben su coloración a los flavonoides conocidos como antocianinas. En otras plantas, como en las bayas y frutos del bosque, la antocianina puede causar coloración roja, púrpura o incluso azul, dependiendo de los niveles de pH.
El cannabis posee unos 20 flavonoides conocidos, con algunos exclusivos de esta planta, como las cannaflavinas a, b y c. Y si proporcionar pigmentación de color, olor y sabor no fuera suficiente, la investigación ha demostrado que los flavonoides también son altamente activos farmacológicamente hablando.
Por ejemplo, el flavonoide quercetina, que se puede encontrar en muchas frutas y verduras, es un conocido antioxidante y antifúngico. También se sabe que las catequinas, un flavonoide que se encuentra en el cacao, los tés y otras frutas de pepita, son un antioxidante con beneficios para la salud cardiovascular. Otros flavonoides altamente activos que se encuentran en el cannabis incluyen orientina, silimarina o kaempferol, todos con potencial antiinflamatorio, antifúngico, antioxidante y anticancerígeno.
Los cientos de compuestos producidos por el cannabis son consistentes en una cosa: cada nuevo descubrimiento trae consigo el potencial para una mayor comprensión de la planta.
Ésteres
Cuando los alcoholes se unen a un ácido carboxílico, se forman ésteres. Se pueden encontrar en todas partes, desde la naturaleza y los alimentos hasta las fragancias y los aceites esenciales. En el cannabis, los ésteres no se unen a los receptores de nuestro sistema endocannabinoide y se consideran inactivos. Sin embargo, se ha demostrado que aumentan la funcionalidad de los receptores cannabinoides.
Algunos ejemplos comunes de ésteres son el cinamato de metilo (presente en las fresas) y el butanoato de etilo (aroma a piña). Uno de los más interesantes es el salicilato de bencilo, un éster que la gente percibe que tiene diferentes aromas y que se usa de fijador en perfumes florales tales como clavel, jazmín, lila y alhelí. Además, se ha demostrado que los ésteres añaden o incluso cambian el perfil de los terpenos.
Lactonas
Las cetonas y lactonas son ligeramente diferentes a estas moléculas aromáticas. Las lactonas son ésteres carboxílicos, compuestos orgánicos en los que el hidrógeno de un ácido se reemplaza por un grupo alquilo u otro grupo orgánico, que conducen a un alcohol graso que puede producir sabores cremosos, mantecosos, a queso o afrutados, como el del coco o la maracuyá. Las lactonas se utilizan ampliamente en las industrias de las fragancias y los sabores; y son responsables de los aromas clásicos como el coco sintético en los protectores solares y los perfumes de melocotón que fueron populares hace años.
En el cannabis, las lactonas son raras, pero pueden dejar caer con fuerza sus notas más funkies o incluso afrutadas; aunque nuestros viajes de sabor con la marihuana pueden seguir más los caminos de los fenoles y las cetonas más que los que marcan las lactonas.
Cetonas
Las cetonas son sustancias químicas disolventes que contienen carbono y pueden presentarse en forma de todo, desde azúcar hasta alcohol. Incluso el quitaesmalte es una cetona. Por ejemplo, las cetonas como 2-heptanona tienen un olor afrutado a plátano.
Las cetonas se estudian ampliamente en este momento como parte de una dieta cetogénica, donde, a través de la ingesta de alimentos, se alienta al hígado a crear cetonas para obtener energía a partir de ácidos grasos, en comparación con nuestro método más típico de generar energía a partir de la quema de carbohidratos.
Aldehídos
Estos compuestos orgánicos aromáticos se forman a partir de la deshidratación de los alcoholes. Pueden tener olores dulces, como demuestra la vainillina (el componente primario del extracto natural de la vaina de vainilla) o el cinamaldehído (un compuesto orgánico responsable del sabor y del olor característico de la canela), por lo que a menudo se agregan a muchas fragancias y se encuentran en una gran variedad de alimentos.
Sin embargo, ciertos aldehídos también pueden ser responsables de esos aromas más picantes que encontramos en el cannabis. Además, los estudios sugieren que tienen el potencial de influir en los terpenos cambiando químicamente su composición, de manera similar a cómo los ésteres cambian o enmascaran los aromas de los terpenos.
¿Cómo influyen estos productos químicos en el aroma y el sabor del cannabis?
Como observamos, existen muchos compuestos además de los terpenos que pueden interactuar sinérgicamente para crear los aromas y sabores que encontramos en el cannabis. Pero si bien estos compuestos pueden contribuir a definirlos, también pueden colaborar en el ‘efecto séquito’ junto con los terpenos y cannabinoides.
De momento, algunos fabricantes han comenzado a incluir estos productos químicos en sus perfiles de terpenos, que son mezclas a base de terpenos obtenidos de plantas naturales que se asemejan al olor de ciertas cepas de cannabis, lo que permite que estos productos se ajusten al máximo posible para llevarnos directamente a comparar los sabores de la marihuana con frutas, alimentos y otras cosas que usamos en nuestra vida diaria.
A medida que estos compuestos minoritarios completen las lagunas que existen en el aroma y el sabor del cannabis, cosas como las sutiles notas a melocotón o el umami (el quinto sabor básico después del dulce, el salado, el amargo y el ácido que se puede encontrarse en las setas) comenzarán a abrirse camino en un léxico cannábico más amplio, similar al que utilizamos para el vino, el café o las cervezas artesanales.
El límite realmente es nuestra imaginación. Y a medida que comenzamos a separar qué compuestos están creando, individual o sinérgicamente, los sabores específicos que estamos buscando, podremos recrear con mayor precisión las propiedades organolépticas de las distintas variedades de marihuana.
Así, los consumidores pueden usar esta información para tratar el cannabis como si fuera un buen vino, pero sería prudente averiguar si estas moléculas también contribuyen a las funciones psicotrópicas, psicodélicas y medicinales del cannabis; y precisamente cómo lo hacen.
Porque, como ocurre con muchas otras cosas en el mundo de la marihuana, apenas estamos comenzando a comprender la composición de la planta y todos sus beneficios. Es necesario realizar mucha más investigación para aprovechar todo el potencial del cannabis. Y a medida que recopilemos datos sobre todos los componentes de esta planta, las próximas décadas de investigación medicinal, uso recreativo y cultura cannábica podrían cambiar para siempre.
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Fuentes y referencias:
- Cannabis sativa: The Plant of the Thousand and One Molecules. Christelle M. Andre, Jean-Francois Hausman, Gea Guerriero.
- Cannabis Phenolics and their Bioactivities. Federica Pollastro, Alberto Minassi, Luigia Grazia Fresu.
- Quality Traits of “Cannabidiol Oils”: Cannabinoids Content, Terpene Fingerprint and Oxidation Stability of European Commercially Available Preparations. Radmila Pavlovic, Giorgio Nenna, Lorenzo Calvi, Sara Panseri.