Hacer hachís en seco
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¿Qué es el hachís?
El hachís es uno de los concentrados de marihuana más consumidos a nivel mundial. La facilidad para hacerlo y la calidad del producto conseguido hacen que sea una de las extracciones (en este caso sin solvente alguno) preferidas por muchos cultivadores, especialmente por aquellos que no quieren usar solventes químicos ni complicados sistemas de extracción y purgado para hacer sus concentrados.
En resumen, el hachís es una substancia compuesta por las glándulas de resina (tricomas) de la planta de cannabis. Durante el proceso de elaboración, pequeños contaminantes (restos de materia vegetal, insectos o sus heces, polvo, etc) se mezclarán en mayor o menor proporción con dichas glándulas, lo que determinará en gran medida la calidad del producto final. Cuantos más contaminantes haya, más oscuro/verde será el hachís, y menos maleable. Lógicamente, la calidad en cuanto a aroma, sabor y efecto dependerá de la proporción entre tricomas y contaminantes, así como a la calidad de las glándulas en sí.
Existen diversas técnicas para hacer hachís: con agua y hielo (water hash, bubble hash, ice water extraction), con CO2 o hielo seco, con tamices en seco, etc. En este post vamos a mostraros el método más antiguo y tradicional de todos ellos, el tamizado o cribado en seco de los cogollos de marihuana. Para conseguir un buen hash, tan sólo necesitamos unos tamices, cogollos o restos de poda y un poco de paciencia. Como veréis, para este post hemos utilizado tamices de acero inoxidable de diversos micrajes, aunque podemos encontrar también máquinas como Pollinator o Top-Zeef, compuestas por un tambor forrado de malla (normalmente de 150-160 micras) que se mueve automáticamente, rodando sobre sí mismo, y va cribando las glándulas de resina.En este caso, utilizamos restos de poda de Fruity Jack / Jack el Frutero. Estas máquinas resultan ideales en especial para hacer una primera criba "en bruto" y limpiar posteriormente la resina obtenida con ellas trabajando con mallas de distintos micrajes.
Cómo hacer hachís en seco
La marihuana produce distintos tipos de glándulas (tricomas), siendo los glandulares (llamados también capitados-entallados) los que darán la mejor calidad de hachís. Normalmente, el tamaño de estos tricomas oscila entre las 50 y las 150 micras, aunque esto dependerá de la variedad, el sistema de cultivo, las condiciones ambientales, etc. Esto nos da una idea sobre los micrajes que deben tener los tamices con los que cribaremos la materia vegetal. Las condiciones ambientales ideales son humedad muy baja y frío, lo que ayudará a que las glándulas de resina se desprendan con mayor facilidad de la materia vegetal. Cabe tener en cuenta también que la calidad del hachís viene en parte determinada por la calidad del material verde utilizado, así que un buen cultivo de cannabis será imprescindible para conseguir concentrados excelentes.
A menudo se usa una malla o tamiz de 150-160 micras para realizar un primer cribado, con el que conseguiremos un primer producto "en bruto". Si queremos conseguir la mejor calidad posible, deberíamos usar cogollos secos congelados sin triturar y cribar durante unos pocos minutos, moviendo suavemente los tamices o la materia vegetal depositada sobre ellos. Por contra, si queremos un rendimiento mayor a expensas de sacrificar algo de calidad, podemos triturar un poco la materia vegetal y cribarla durante un rato más. Observar el color del polvo que cae del tamiz es muy útil en este punto: en cuanto empecemos a ver que éste adquiere un tono ligeramente verdoso, significa que estamos cribando ya más restos de materia vegetal que tricomas en sí.
Siempre debemos realizar los cribados sobre una superficie limpia y antiadherente como un cristal o espejo, o bien un pad de silicona o de teflón. De esta forma nos será mucho más fácil recoger nuestra preciada resina. Así pues, ya tenemos nuestro hachís de 150-160 micras, aunque como veremos a continuación todavía podemos mejorar mucho la calidad de esta primera pasada.
A no ser que nos hayamos excedido en la primera, podemos realizar varias pasadas con esta malla, consiguiendo así distintos grados de calidad, que irá disminuyendo progresivamente con cada cribado.
Re-cribado de resina de marihuana, hachís de primera
Sabemos que los tricomas que componen nuestro hachís tienen un tamaño aproximado de entre 50 y 150 micras, y con la primera criba hemos conseguido aislar partículas de entre 0 y 160 micras. Así pues, si queremos separar los mejores tricomas glandulares del resto de tricomas y contaminantes, deberemos ahora usar un tamiz de unas 50 micras (sobre 70 micras para una calidad superior) para cribar nuestro hachís y quedarnos con aquellas partículas que no pasen a través de él, que serán las que tengan un tamaño de 50-160 micras.
Una vez hecha esta criba, podemos repetirla usando el mismo tamiz, volviendo a pasar a través de él las partículas que se han filtrado en el primer recribado. Para ello podemos usar una tarjeta de plástico, técnica de la que proviene la expresión inglesa "carding", que se refiere a este proceso de ir trabajando la resina con la tarjeta durante diversos recribados sucesivos. De esta forma, conseguimos ir aislando las cabezas de los tricomas glandulares - que es donde se secretan los cannabinoides y terpenos de la marihuana - de los demás tricomas, contaminantes, pies de tricoma, pistilos, etc. Esta es la manera de conseguir un hachís en seco que sea auténtico full melt, resina que al ser consumida en un bubbler no deja residuo alguno debido a su elevada pureza.
Los terpenos del hachís
Hemos visto la manera de aislar el mayor número de cabezas de tricoma glandular posible, separando éstas del resto de tricomas y contaminantes. Aún así, cabe destacar que el cannabis contiene unos 103 mono y sesquiterpenos, de modo que cuanto más aislemos dichas cabezas, más estaremos restringiendo el abanico de terpenos encontrado en el hachís. Así, puede suceder que nos parezca más sabrosa una primera pasada que una resina recribada varias veces. Mientras la última será de mayor pureza, precisamente por ello tendrá un rango de terpenos más acotado, y aunque casi siempre será mucho más potente, puede que no nos parezca tan sabrosa como una primera pasada.
Se trata entonces de ir probando y ver en qué momento hemos conseguido la resina que más nos gusta o que mejor satisface nuestras necesidades. Como siempre, la experiencia con el sistema y con la variedad que estamos usando nos será de gran ayuda a este respecto.
Os recomendamos la lectura de un post anterior sobre terpenos y marihuana.
Curar y conservar el hachís
Al igual que sucede con los cogollos de cannabis, la resina también evoluciona a lo largo del proceso de curado. Si hemos hecho el hachís partiendo de marihuana curada, curar la resina no será necesario, aunque si partimos de materia vegetal seca de unas pocas semanas el curado de la resina mejorará notablemente las propiedades organolépticas del hash.
Este curado suele hacerse a una temperatura de unos 37ºC, introduciendo la resina en contenedores de cristal herméticos que se abrirán cada 2-3 días para renovar el aire en su interior. El proceso de curado, especialmente si se utiliza una fuente de calor, suele durar unas semanas.
Una vez tenemos nuestra resina curada, es momento de saber cuál es la mejor manera de guardarla. Cuando queremos conservar hachís durante periodos prolongados de tiempo, y si queremos preservar sus cualidades los más intactas posible, debemos mantenerlo alejado de la luz, el oxígeno y la humedad. Así, uno de los mejores sistemas de almacenaje será meter nuestra resina en un bote hermético y guardar éste en la nevera (lo ideal es una nevera no-frost), incluso en el congelador para almacenajes más largos.
Una vez la resina está curada, podemos prensarla o no para almacenarla; si prensamos las glándulas partiremos muchas de ellas, que liberarán los terpenos más volátiles que contengan, provocando también una oxidación más rápida. Por ello muchas veces se le hace un ligero prensado, simplemente para que la pieza mantenga su forma y la oxidación de las glándulas que han quedado “dentro” de la pieza se produzca mucho más lentamente. Si vamos a prensar nuestra resina, no debemos hacerlo jamás hasta que esté completamente seca, de lo contrario podría reproducirse algún tipo de hongo.
Esperamos que esta explicación os haya aclarado algunos términos y os ayude y anime a conseguir elaborar un producto casero de la máxima calidad.
Buenos humos!