¿Qué son las landraces de cannabis?
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En muchos países, hoy en día es fácil encontrar semillas de cientos de variedades de cannabis en el mercado. Sin embargo, la mayor parte de estas semillas son híbridos, es decir, cruces entre plantas con genéticas más o menos distintas entre sí, o directamente cruces entre híbridos, lo que incrementa todavía más la mezcla genética que estas variedades presentan.
Pero, ¿de dónde vienen los primeros híbridos de marihuana? ¿Qué plantas fueron las utilizadas para su desarrollo? Pues fueron las variedades puras o landraces, genéticas adaptadas a un entorno específico y que, en su momento, fueron cultivadas en otros territorios para la creación de los primeros híbridos. Hoy hablaremos sobre ellas y veremos su importancia para explicar la situación actual en cuanto a variedades de cannabis.
¿Qué es una variedad de cannabis landrace?
Empezamos con un tema algo espinoso, pues existe - como en muchos otros aspectos de esta planta - un acalorado debate entre la definición de landrace o variedad pura para el cannabis, especialmente en cuanto a la manera en que la planta se habría adaptado a su entorno y habría evolucionado. Pero comencemos por el principio;
¿Qué es una variedad landrace?
A menudo se dice que se trata de una variedad que ha permanecido aislada de otras poblaciones durante un prolongado periodo de tiempo, de manera que se ha ido adaptando a su clima y entorno generación tras generación, fijando una serie de rasgos característicos de dicha variedad. De esta forma, podríamos encontrar este tipo de variedades en distintas zonas de distintos países, como sucede a menudo en zonas montañosas y con valles profundos (Hindu Kush, Himalaya Central), áreas de difícil acceso donde las variedades permanecen aisladas de sus "parientes" cercanos.
Así, podemos encontrar variedades landrace a lo largo y ancho del planeta, desde Asia hasta Sudamérica pasando por África e incluso Europa. Estas variedades han permanecido aisladas de otras durante décadas, reforzando una serie de rasgos en cuanto a crecimiento y floración para asegurar su supervivencia en un entorno y clima determinados, aprovechando cada generación para conseguir una mejor adaptación al medio.
Y aquí es donde viene el debate: esta evolución de la que hablamos, ¿debemos entenderla como un simple proceso natural o como un proceso en el que la mano del hombre ha intervenido? Muchos autores la entienden como una evolución "libre" y totalmente abierta, sin intervención humana de ningún tipo. No obstante, en el caso del cannabis (una de las primeras plantas cultivadas por la humanidad) esta idea se antoja poco probable, pues sabemos que ya en el Neolítico la mano del hombre seleccionaba las mejores plantas para su reproducción de cara a la siguiente siembra.
Intervención humana en la evolución de las variedades landrace
En efecto, parece poco probable que la evolución de estas variedades haya podido darse al margen de la intervención humana, especialmente aquellas que han llegado a nuestros días como variedades cultivadas o domesticadas. Si tomamos como ciertas las últimas investigaciones, que apuntan a procesos de selección llevados a cabo hace ya miles de años, parece improbable que estas genéticas lleguen a nuestros días sin haber sufrido algún tipo de selección por parte humana.
Al fin y al cabo, conservar semillas de los mejores ejemplares para la siembra siguiente es una de las prácticas básicas de la agricultura que, de hecho, nace de la simple lógica. ¡No vamos a conservar las semillas de las plantas más débiles para nuestro próximo cultivo! Muy al contrario, el agricultor sabrá aprovecharse de los mejores individuos para reproducir la variedad y asegurar así una próxima cosecha exitosa, seleccionando de esta forma los parentales de sus futuras semillas.
Si bien parece obvio que las variedades landrace nacen de la adaptación a su entorno combinada con un proceso más o menos complejo de selección por parte humana, debemos precisar sobre el método de selección y reproducción llevados a cabo por nuestros ancestros en este tipo de variedades. Lógicamente, el proceso de crianza que pueda llevarse a cabo hoy en día con una variedad de cannabis comercial como Purple Punch x Dosidos o Lemon OG Candy poco tiene que ver con el utilizado hace siglos.
Hoy en día suelen utilizarse clones para la producción de semillas, pues suele prevalecer el objetivo de conseguir plantas lo más parecidas entre sí que sea posible. De esta forma, se restringe el abanico genético de la variedad en gran medida, pues son sólo dos plantas las utilizadas para crear miles de semillas, siendo un sistema muy selectivo. Por otro lado, en las variedades landrace solemos encontrar mayor variabilidad genética, pues suelen provenir de polinizaciones abiertas (con muchos más individuos implicados) en las que más rasgos propios de la variedad son fijados en la descendencia.
Primeras variedades landrace
Hemos visto cómo las variedades landrace han ido evolucionando durante décadas (siglos algunas de ellas) en su lugar de origen, ajenas a otras variedades, climas y entornos. En lo que a la comunidad cannábica se refiere, éstas se empezaron a dar a conocer (con nombre y apellidos) durante las décadas de 1960 y 1970, cuando diversos movimientos contraculturales y underground popularizaron en gran medida el uso de la marihuana.
En esa época, grandes cantidades de yerba proveniente de Colombia y México inundaban el territorio estadounidense, así como souvenirs traídos de tierras más lejanas aún, como Tailandia, India, Afganistán o Nepal. De esta forma, algunas variedades landrace se ganaron una merecida fama, como Acapulco Gold, Colombia Gold, Punto Rojo, Congo, Durban, Panama Red o Jamaican Lambsbread, así como variedades mucho más compactas y cortas en estatura como genéticas afganas y sus primas pakistaníes.
Pronto, estas variedades se estaban cultivando en tierras americanas, especialmente en la costa Oeste (California, Oregon, Washington, etc), donde se consiguió subir la calidad del material gracias a modernas técnicas de cultivo y selección. No obstante, la presión por parte de las autoridades no cesaba, especialmente hacia los cultivadores. Se hacía cada vez más necesario ocultar los cultivos, y dos fueron los factores determinantes en la evolución del cultivo de cannabis: el desarrollo de los primeros híbridos entre landraces y el nacimiento de los primeros cultivos de interior bajo luz artificial.
Bases para cultivar marihuana en interior
En este post, el equipo de Philosopher Seeds os introduce en el cultivo de marihuana en interior, una de las formas más seguras y económicas de autoabastecernos de cannabis. Iluminación, ventilación y nutrición son importantes aspectos en el cultivo interior, claves si queremos cosechas exitosas y de calidad.
Primeros híbridos creados a partir de landraces
Como hemos visto, en EEUU la marihuana de Colombia y México copaba las ventas en la época dorada de las landrace. También podía encontrarse cannabis proveniente de Hawái, Panamá, Brasil y ciertos países africanos, aunque como seguramente ya habrás observado, eran todo plantas de hoja estrecha y gran tamaño, lo que comúnmente se conoce como Sativas. Así, las primeras variedades de marihuana aclimatadas, estabilizadas e hibridadas por breeders de cannabis propiamente dichos fueron Sativas.
Las plantas mexicanas y jamaicanas eran más rápidas pero menos potentes, así que al cruzarlas con genéticas más poderosas como las colombianas, panameñas, tailandesas o africanas, solían conseguirse híbridos Sativa de gran potencia y moderado tiempo de floración. Puede que aún no hayas probado nuestra Easy Haze, pero seguro que alguna vez habrás fumado algo con Haze...¡pues Original Haze de los Haze Brothers fue de los primeros híbridos en darse a conocer!
No obstante, breeders como la gente de Sacred Seeds, los Haze Brothers y muchos otros pronto tuvieron en sus manos semillas de variedades con unas características prácticamente opuestas, dando lugar a plantas compactas, de corta estatura y grandes hojas con anchos foliolos. Se trataba de Indicas provenientes de Afganistán y Pakistán, y gracias a las cuales se pudieron crear los primeros híbridos Indica/Sativa, dando lugar a su vez a un tipo de plantas ideales para el cultivo en interior, que forzosamente estaba ganando terreno frente al exterior. Así es como nacieron variedades como Skunk, que seguro que también conoces y que proviene de la colección de Sacred Seeds.
A partir de aquí, la fiebre por crear nuevos híbridos adaptados al cultivo interior no paró hasta nuestros días, cuando podemos disponer de cientos de híbridos distintos en el mercado. Plantas como Northern Lights o Big Bud se hicieron un hueco en muchos jardines gracias a sus estupendos resultados en cuanto a rendimiento y rápida floración, especialmente comparadas con las primeras Sativas cultivadas o sus primeros híbridos. ¡La revolución de los híbridos había empezado, y todo gracias a esas primeras landraces!
El futuro de las landrace
Lamentablemente, estos buenos resultados que dan los híbridos no sólo en interior, sino también en exterior e invernaderos, han terminado arrinconando a las variedades landrace a un segundo plano, que hoy en día suelen considerarse como curiosidades más que como lo que de verdad son, los pilares sobre los que se fundan todos los híbridos que disfrutamos en el presente.
Además, muchos cultivadores que tradicionalmente habían cultivado estas variedades en sus respectivos lugares de origen también han descubierto las ventajas de los híbridos, sustituyendo las primeras por cruces que dan mayor rendimiento en menos tiempo. Incluso muchos productores de hachís han dejado de usar las genéticas tradicionales para cultivar híbridos, con los que el rendimiento de resina por metro cuadrado es muy superior.
Sin embargo, y gracias al creciente interés por las propiedades medicinales del cannabis, se abre un rayo de esperanza para las landraces. Y es que, a lo largo de las últimas décadas, el breeding de cannabis se ha centrado principalmente en dos cannabinoides, THC y CBD. Por este motivo, hoy en día encontramos variedades con índices en estos compuestos muy superiores a los de hace medio siglo, aunque hemos pagado un precio; "perder" por el camino una serie de cannabinoides secundarios (el THCV, por ejemplo) que hoy sólo se encuentran, básicamente, en variedades landrace.
Esperamos que esta búsqueda de cannabinoides se traduzca en más plantas landrace cultivadas por todo el mundo, y deseamos de corazón que se les otorgue el respeto que merecen. Al fin y al cabo, que estas variedades sobrevivan es nuestra responsabilidad.
¡Felices cosechas!